En un sentido muy general, los partidos políticos expresan voluntades concretas de poder o de lucha, por la construcción de un poder estatal específico. Cuando decimos en sentido general, significamos que no siempre ni en cada momento y circunstancia política el partido es idéntico a una forma bien estructurada de organización política, tal y como la hemos conocido.
Aunque los partidos han visto disminuida su centralidad como institución política, toman diversas formas, entre las que se destacan: partidos de notables, partidos de aparato y partido electoral.
Los partidos de notables son aquellos que se conforman alrededor de figuras destacadas de la aristocracia o de la burguesía, y que persiguen fines de ubicación política en los gobiernos o en los parlamentos de los Estados, con el objetivo de representar generalmente sus propios intereses. Se desarrollaron especialmente durante el siglo XIX en Europa y también en América. No es exagerado afirmar que nuestros dos partidos políticos tradicionales, el Liberal y el Conservador, corresponden casi que fotográficamente a esta forma de partido político.
Partido de aparato
A comienzos del siglo XX, apareció en Europa y en los Estados Unidos un nuevo tipo de partido de mayor cobertura organizativa, que se ha llamado partido de aparato, para hacer precisamente alusión a su característica básica de estar conformado por una organización muy sólida, en torno a unos principios y fines de acción política muy bien definidos y con un cuerpo de funcionarios que garantizan la estabilidad y la permanencia de estas organizaciones. La consolidación de esta forma de expresión de los intereses políticos se debe a que permiten una amplia participación de sus integrantes en la vida del partido, realizan una obra continua de educación moral e intelectual de las masas, se basan en un programa político preciso y su motivo político permanente es la transfor nación de la sociedad.
Partido electoral
La ampliación del sufragio, a escala universal en la medida que avanzó el siglo XX, permitió que muchos de los elementos de las formas tradicionales de los partidos políticos, se volcaran a la búsqueda de la organización y de la movilización del voto popular.
Estos partidos se hicieron cada vez más pragmáticos, convirtiéndose en partidos de representación - a imagen y semejanza del sistema de partidos norteamericano -, donde a partir de la popularización de los medios masivos de comunicación, los partidos convocan en las coyunturas electorales conforme al estado de ánimo del público votante.
Este fenómeno convierte
las campañas en una disputa electoral, cuyos principales bastiones son la
imagen de los candidatos, el manejo de encuestas, y los titulares de revistas y
periódicos de amplia circulación, alrededor de temas sensibles para el estado
de ánimo de los posibles votantes.
Sin embargo, la crisis de representación que se hizo visible en las últimas décadas, sobre todo a través del fenómeno de la apatía y la abstención electoral, ha colocado en tela de juicio esta forma de organización política, poco sensible a lo que no signifique las coyunturas de captura del voto, la realidad es que pasadas las campanas, el realismo político se adueña de la acción gubernamental y comienzan los ajustes y apretones que ahondan los problemas de los electores esperanzados, que votaron por supuestas soluciones de fondo, o prolongan la agonía y la angustia sobre cuestiones básicas de super vivencia humana, como el empleo, la calidad de vida, la igualdad de oportunidades, etc.
Nuevas formas de expresión política
Los cambios y las transformaciones políticas de las décadas del ochenta y del noventa, gestaron y abrieron paso a nuevas formas de expresión del interés social en general, como también del interés que se expresa en las elecciones. Esto puede observarse en el surgimiento de los denominados movimientos sociales y cívicos, que encarnan una serie de preferencias políticas distintas a las tradicionales de los partidos en su organización y en su forma de expresión.
los mencionados movimientos expresan la necesidad de ampliación y de cambio hacia la participación, tradicionalmente restringida. Proyectan y construyen nuevas agendas de discusión y de disputa política en los campos de la ecología, los derechos humanos, las luchas cívicas la diversidad étnica, las comunidades desplazadas y pobres de los cinturones de miseria de las grandes ciudades, entre otros. Trabajan alrededor de la discriminación de género, de la marginalidad social, regional y cultural. Piden ampliación de la democracia a nuevos espacios donde ésta no funciona, como la familia, la escuela, el barrio, y la provisión y disfrute de servicios públicos, entre otros.
En el actual mundo globalizado, donde se despliega la llamada democracia participativa, la organización política se hace diversa y más compleja. El partidismo político asume formas no conocidas anteriormente en el mundo moderno. En esta nueva circunstancia se explican los movimientos sociales, pues en la medida en que la política se privatiza bajo la forma de la participación comunitaria, las instituciones políticas macro del Estado y su funcionalidad en el sistema político se difunden socialmente, haciendo de la política un territorio profuso, más rico para la acción colectiva y social. Este despliegue de fuerzas, en una época de transición ente el antiguo modelo intervencionista y la actual participación democrática, llena de renovado interés la acción política colectiva, no sólo en el mercado electoral, sino principalmente en el terreno de la disputa por materializar valores de convivencia bajo estandartes ecologistas, de nuevas igualdades (las de género, por ejemplo), de paz y tolerancia, de multiculturalidad y de cosmopolitismo.
Movimientos políticos
CUESTIONARIO
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