TALLER 3
3.
LA COMPRENSIÓN DEL SER
Echemos
mano de un texto de Aristóteles que podrá servirnos para internarnos con el
pensar en el tema que nos ocupa. El fundador del Liceo decía en el Tratado del
alma III, 5, que debe distinguirse "por una parte, el intelecto que puede
llegar a ser todas las cosas, y, por otra, el [intelecto] que produce (poieîn)
todas las cosas, porque es una capacidad que opera como la luz (fôs); pues, en
cierto sentido, la luz convierte los colores en potencia [en la oscuridad] en
colores en acto [al ser iluminados]" (430 a 14-17). Estos dos momentos
son, exactamente, los dos momentos de la com-prensión (como circumy como
-prendere). El intelecto que "produce todas las cosas" es el primer
movimiento por el que el hombre se abre al mundo en cuanto tal, por el que
abarca el ámbito iluminado de inteligibilidad, su propio horizonte dentro del
cual todo es aprehendido en su ser. El ser se manifiesta por la luz
("intelecto agente") que ilumina a todo lo que gracias a él cobra presencia,
se avanza a la presencia (no como objeto sino como a la mano, como útiles o
posibilidad, como lo nocible o utilizable). El hombre no habita el oscuro
ámbito estimúlico del medio animal, sino que iluminando las cosas en su ser
habita el mundo. De la oscurísima noche sin estrellas del caos del sin sentido
y lo ininteligido, el hombre emerge como el origen que se abre desde el ser. De
la nada de inteligibilidad surge el hombre en su mundo, surgimiento que es un
encuentro (coparticipación: Ereignis) entre el hombre y el ser. El hombre es el
único ente en el cual el ser se revela. Esta manifestación es la apertura del
hombre al mundo que por su parte ha abierto la luz del ser.
Una
vez desplegado el mundo, como horizonte iluminado, el noeîn o com-prensión
capta a las cosas-sentido que le hacen frente dentro del mundo en lo que son.
Es decir, por la comprensión el hombre se asimila a lo que las cosas-sentido
son. El hombre "se hace" ahora lo que está en su mundo. Más, el hombre
es su mundo, es decir, "el alma es en cierta manera todas las cosas"
(Ibid. III, 8; 431 b 21). El hombre es su mundo; es lo que en él se encuentra
de manera intencional; lo que son las cosas en su inteligibilidad existencial.
Es com-prensión entonces de lo que las cosas son dentro del horizonte del ser.
¿De
qué ser hablamos cuando nos referimos a la com-prensión del ser? ¿Qué significa
que el hombre sea el único ente al que el ser se manifiesta o que pueda
des-cubrir el ser? En un primer momento la respuesta es simple. Las cosas son
pero no pueden com-prender su ser, su ser en bruto. Dios crea las cosas pero no
las comprende38. Sólo el hombre es y com-prende su ser. Las cosas simplemente
son; sólo el hombre las abarca o comprende dentro de un horizonte onto-lógico:
dentro del ser captado (implícitamente en la actitud existencial cotidiana).
Los
griegos fueron los primeros que descubrieron explícitamente el nivel
ontológico: los entes desde el horizonte del ser. Porque el ser, siendo lo
supremamente obvio es sin embargo lo mas difícil de discernir temáticamente:
"La fysis [el ser] ama ocultarse (kríptesthai)" decía Heráclito39. El
ser es el horizonte dentro del cual todo cobra forma o sentido: "Es
necesario seguir lo que es de todos [el ser], esto es, lo común. Porque lo que
es de todos es común. Aunque el lógos [la com-prensión del ser] es lo que es de
todos, los más (hoì polloí) viven como si tuviera cada uno su propia (idían)
sabiduría"40. "La sabiduría consiste [en cambio] en prestar atención
al enunciar (légein) y obrar a fin de des-cubrir (alethéia) según la fysis el
ser]"41. Para Platón el ser es la idea (figura inteligible) que la
inteligencia descubría participada en los entes; para Aristóteles es
fundamentalmente la ousía, es decir, la presencia permanente de aquello de los
entes que puede ser comprendido por el intelecto. Para la Edad Media el ser, a
partir del horizonte del creador, tiene la doble significación del esseipsum
que se participa como esse creado (ex-sistencia), y el ser en el sentido
aristotélico de lo inteligible esencial de la cosa. Cuando Heidegger replantea
la cuestión en Ser y tiempo (§§ 1-8) ésta es ahora por primera vez situada
dentro del horizonte explícito de la temporalidad, como un momento supremo
dentro de la historia de la ontología. "El ser es el acontecimiento fundamental,
sobre cuya base puede surgir el hombre histórico en medio del ente, revelado en
su totalidad"42. El ente no se da sin el ser. El mundo es el orden
trascendental u ontológico del ser. Sin el hombre no hay mundo, en el sentido
que el hombre se abre al mundo que por su parte es un ámbito que se despliega
desde el ser. Los entes no son el mundo, sino lo que nos enfrenta dentro del
mundo a nuestra com-prensión, interpretación, pre-ocupación..., dentro del
orden del ser, dentro del orden de la inteligibilidad. El mundo como ámbito de la
com-prensión significa el horizonte dentro del cual todo ente se muestra con
una cierta referencia (Verweisung) a lo que constituye fundamentalmente dicho
orden: el ser, desde el cual el hombre se abre al orden de la inteligibilidad.
El ente en bruto no puede ser comprendido en su ser mientras no esté integrado
a la estructura de un mundo43. Por ello, y repitiendo, el hombre es el único
ente que com-prende el ser44. Pero, una vez más, no debemos olvidar que esta
com-prensión no es pura teoría, sino posición existencial, es un des-cubrir
"posibilidades propias del hombre: constituir el ser de los entes equivale
a comprender estos entes en función de las posibilidades [mundanas] de
existencia del hombre mismo. Se com-prende el ser de las cosas cuando éstas son
integradas y proyectadas en el interior de nuestras propias
posibilidades"45.
Ese
ser del que venimos hablando es, fundamental o básicamente, el mío, mi propio
ser, el del hombre que yo soy. Esto nos introduce en una nueva cuestión de
importancia determinante para toda ética posible. Sartre nos ha habituado a
escuchar aquel "el hombre no es otra cosa que lo que él se hace"48, o
de otra manera: "el hombre sin ningún apoyo ni socorro está condenado en
cada instante a inventar al hombre"47. Se trata de la famosa tesis de que
la existencia precede a la esencia. Sin embargo, como lo indicamos al fin de
Para una de-strucción de la historia de la ética, § 21, el hombre no produce el
ser del hombre, sino que el ser se impone al hombre, el ser del hombre es el a
priori con el que no puede sino contar el hombre cuando cobra noción de que ya
lo tiene "a cargo". El hombre podrá ser más de lo que al nacer
recibió como su ser, por mediación de la prâxis, pero nunca podrá dejar de ser
lo que mya es, ni tampoco podrá ser radicalmente otro. Variará algo en el
hombre pero será el mismo ente. Esta mismidad es ya eln ser. Esta mismidad no
es inalterable; en el caso del hombre es prácticamente alterable. En este
sentido "el ser no es un producto (Produkt) del hombre"48. sino que
el hombre es el “pastor del ser”49, aun en el caso de que dicho ser sea el
propio.
Esta
com-prensión primerísima nos ha sido sugerida ya por Aristóteles, aunque no
implícitamente aplicada a nuestro tema. Cuando habla de la intuición sensible
(II Analit. II, 19) indica que de manera semejante se da una comprensión de lo
"primero en absoluto" (prôton kathólou; 100 a 16), el ser como
fundamento de los principios mismos en último término, y esa primerísima
comprensión (estudiada en función teórica y como fundamento de la ciencia) es
el noûs (Ibid., b 8), que capta lo supremamente inteligible (gnorimóteroi),
principios indemostrables de todo conocimiento científico. De igual manera, debemos
analizar la "comprensión del ser" en cuanto tal50. "Sobre el
fundamento de la comprensión del ser es el hombre el Ahí (Da) (el mundo), con
ese su ser acontece en lo ente (das Seiende) la irrupción (Einbruch)
[emergencia o salto] de la apertura (der eröffnende...), y así el ente en
cuanto tal puede llegar a la manifestación de un ente que es
para-símismo"51.
La
com-prensión, como hemos dicho, tiene dos momentos. En primer lugar, la
apertura fundamental existenciaria al mundo como tal. En segundo lugar, y
derivadamente, la captación de lo que nos hace frente dentro del mundo como
posibilidades en la consecusión existencial o práctica de nuestro ser
previamente com-prendido de manera fundamental. De esta manera hay primero una
comprensión del mundo como tal que "deja ser", por su anterioridad,
al ente en el mundo. "Dejar ser previamente no quiere decir empezar por
dar el ser a algo, produciéndolo (herstellen), sino des-cubrir algo, en cada
caso ya ente [en el mundo], en su ser a la mano, y así permitir que haga frente
el ser de este ente"52.
Pero
si la com-prensión es el acceso existenciario al ser, debemos nuevamente
preguntarnos, aunque sea de manera provisoria pero no por ello menos radical,
lo que el ser sea en nuestro caso. En la comprensión que interesa a la ética como
su fundamental acceso se trata del ser del hombre, el ser en cada caso mío. Es
decir, si es fundamento significa que es a priori, que cuando he sido lanzado
al ex-sistir ya se me había dado. Es que el comenzar a ex-sistir no es sino el
comenzar a "hacerme cargo" del ser mío recibido bajo mi
responsabilidad ("responsabilidad" no viene de responder a sino responder
por-ante). El hombre no es simplemente, como los entes que le hacen frente y no
son hombres, una sub-stancia, sino que es una supra-stancia. Con el término
supra- queremos indicar que el hombre no es simplemente, sino que a su propio ser
lo tiene bajo su com-prensión, bajo su responsabilidad. Si lo tiene bajo quiere
decir que de alguna manera está sobre. El primerísimo momento de tener-lo
mismo, es decir, de estar ya abierto desde la supra-stancia a su propio ser es
la comprensión. Mi ser es lo que yo soy. El ser del hombre es lo que el hombre
es. Ese lo que, en tanto manifestado al des-cubrimiento de la com-prensión es
el fundamento desde el cual el mundo es mi mundo, y los entes son mis
posibilidades, útiles a la mano. Lo que soy en tanto manifestación es un
momento, el primero en el orden fenoménico ("lo que se muestra por sí"),
pero no el único. Lo que soy en el orden de la manifestación del ser es antes,
aunque posterior o concomitante en el orden de la manifestación, lo que soy en
el orden de la constitución real. No es lo mismo "manifestación" que
"constitución". En este caso constitución es tomado no ya en el sentido
husserliano sino en el sentido que se le da al término en biología por ejemplo
(claro que aquí traspuesto al orden meta-físico). Lo que el ente o el hombre
es, en el orden de la manifestación del ser o en el horizonte mundano de la
comprensión, es lo que el ente o el hombre es, previamente, en el orden de la
constitución real o en el ámbito transversal de la realidad como tal. Dos
vertientes tiene, entonces, lo que algo es: a) su manifestación mundana y b) su
constitución real. La manifestación es previa en el orden de la presentación;
la constitución es previa en el orden real. Esta cuestión no puede ser
analíticamente esclarecida aquí53, pero significa la superación no sólo de la
metafísica moderna, sino igualmente, y, todavía, de una no cabal comprensión
del ser del hombre54.
No es entonces que desde la existencia se construya la esencia (Sartre) o que la esencia por la existencia se haga real (interpretación tradicional), sino que en la ex-sistencia se le manifiesta al hombre su ser por la comprensión des-cubridora en el mundo, que no es sino la mostración de la previa constitución de lo que el hombre es en el orden del cosmos, metafísico.