TALLER 2
George Washington y el cerezo
Cuando George Washington era un niño, vivía en una granja en
Virginia. Su padre había plantado un huerto de árboles frutales. Allí había
limoneros, melocotoneros, perales, ciruelos y cerezos. Un día recibió un cerezo
particularmente hermoso. Lo plantó en un extremo del huerto y advirtió a todo
el mundo de la granja que tuviesen mucho cuidado para que nadie lo rompiera o
dañara.
El cerezo creció bien y una primavera se cubrió de flores blancas.
El señor Washington estaba encantado al pensar que el arbolito pronto le daría
cerezas. Fue justo entonces cuando a George le regalaron un hacha nueva y
reluciente. La cogió y salió a cortar ramitas, a golpear los postes de las cercas
y a talar todo lo que le salía al paso. Finalmente, llegó al extremo del
huerto, y pensando solamente en lo bien que cortaba su hacha, asestó un golpe
al pequeño cerezo. La corteza era blanda y se cortaba con tal facilidad que
George acabó abatiendo el árbol y luego se marchó a seguir jugando.
Esa noche, cuando el señor Washington se acercó al huerto para
contemplar su cerezo, lo vio cortado. ¿Quién había osado hacer una cosa como
ésa?, preguntó a todo el mundo, pero nadie supo decirle nada. Entonces llegó
George.
- George —le llamó furioso su padre—. ¿Sabes quién ha matado mi
cerezo?
Ésa era una pregunta difícil de contestar. George vaciló un
momento, pero pronto recobró el valor.
- No debo mentir, padre —contestó— Lo hice yo con mi hacha.
El señor Washington miró a George.
- Vete a casa, hijo —dijo el señor Washington severamente—.
George se sentía muy infeliz y avergonzado. Sabía que había
actuado a la ligera y sin pensar, y que su padre
tenía motivos para sentirse disgustado.
Poco después, el señor Washington le dijo:
- Ven aquí, muchacho. Dime, ¿por qué has cortado el árbol?
- Estaba tan enfrascado jugando que lo hice sin pensar —dijo
George—.
- Y ahora el árbol está muerto. Nunca nos dará cerezas. Y lo que
es peor, no has tenido cuidado.
- Lo siento padre.
- Mírame —dijo el señor Washington—.
Siento haber perdido mi cerezo, pero me alegro de que hayas tenido
el suficiente valor para decirme la verdad.
- Prefiero que seas valiente y digas la verdad antes que tener un
huerto lleno de cerezas. Nunca olvides esto, hijo.
George Washington nunca lo olvidó. Al final de su vida continuaba
tan valiente y honesto como lo había sido
cuando era niño.
Autor:
Mason Locke Weems
(Biografía: La vida de George Washington).
Piensa
éticamente
1. ¿Qué
opinas del comportamiento de George y de la reacción de su padre?
2. Cuando
tú eras pequeño, ¿decías mentiras o hablabas con la verdad?
3. ¿Qué
te dicen tus padres acerca de la mentira?
Reflexiona un
momento individualmente…
4. Escribe
tres consecuencias de la mentira en:
-
La casa
-
La vereda
-
La institución educativa
Piensa éticamente
sobre la confianza
5. ¿Qué
sucede cuando la persona en quién confías te miente?
6. ¿Le
mentirías a alguien a quién quieres mucho?
7. Cuando
has mentido ¿cómo te has sentido?
8. ¿Crees
que la mentira lleva a algo bueno?
9. ¿Alguna
vez has estado involucrado en una mentira que hayan dicho de ti?
10. ¿Consideras
justo que alguien mienta sobre ti o sobre alguien más?